Cada vez que surge un avance tecnológico, se abre un abanico de posibilidades infinitas. Pero también aparecen el escepticismo y la desconfianza social. El miedo a los peligros potenciales que conllevan.
Los mismos postulados aplicados para internet y las redes sociales son válidos ahora. El metaverso no es bueno o malo en sí mismo. Todo depende del uso que hagamos de él. Y ese uso está directamente ligado a la capacidad que tengamos de regular su funcionamiento.
La regulación es necesaria para los usuarios. Pero también para las empresas que comienzan a instalarse en este universo virtual. El riesgo para todas ellas es evidente. Entrar en el metaverso sin una regulación clara puede provocar una crisis por algún error o descuido.
Además, cualquier crisis suele generar pérdida de reputación. Y, según la naturaleza del escándalo, importantes pérdidas económicas.
Dos vías posibles
La ética y el derecho representan las dos vías principales para regular el metaverso y cualquier otro aspecto de la vida. A veces se han considerado dos caras de la misma moneda, pero presentan importantes diferencias.
Por un lado, la ética representa un enfoque preventivo a priori. Y la impulsan los propios protagonistas de la actividad que quieren regular. Ellos establecen los criterios para definir cuáles son las mejores prácticas.
Por su parte, el derecho suele actuar con un enfoque reparador, a posteriori, y como respuesta a justamente lo contrario. Es decir, tratando de poner fin a las malas prácticas que ya se han dado. Además, la regulación viene de fuera.
Ética en la estrategia empresarial
La ética también suele ser un mecanismo más ágil y rápido que el derecho. Por eso, parece la mejor vía para regular el funcionamiento del metaverso. Y para aportar esa tranquilidad y confianza a usuarios y empresas.
Sin embargo, las informaciones sobre los avances del metaverso nos muestran que las empresas apenas consideran la ética en su estrategia. Hablan de aspectos éticos y económicos, pero nunca o casi nunca de los normativos.
La existencia de una normativa ética parece necesaria. Ayudaría a minimizar los riesgos que se derivan de la naturaleza de estos escenarios virtuales.
Elementos éticos del metaverso
Hay tres elementos fundamentales que hay que tener en cuenta a la hora de elaborarla:
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La gobernanza: debe darse cabida e incluso capacidad de decisión a los usuarios.
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La transparencia: la información debe ser lo más clara y completa posible para evitar la desconfianza.
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Rendición de cuentas: las compañías deben exponer de forma continua cuál es su actividad.
Principios éticos fundamentales
Hay otro debate recurrente con cada avance tecnológico: ¿sirven los principios éticos clásicos para estas nuevas realidades? Los principios son válidos, pero hay que reformularlos. Adaptarlos al nuevo contexto. Pero, ¿cuáles serían esos principios?
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Responsabilidad. Por parte de todos los que impulsen el metaverso, de los profesionales y de los usuarios. Todos ellos deben ser conscientes de las implicaciones que tendrán sus acciones.
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Manejo de datos. Hay que gestionar apropiadamente la privacidad. Por ejemplo, la de los datos biométricos.
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Veracidad y autenticidad. Sobre todo, a la hora de garantizar los sistemas de verificación de la identidad
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Respeto a la autonomía y voluntad. Con especial importancia para la regulación del consentimiento informado.
Los niños en el metaverso
El control de la edad, la regulación del acceso y la identidad para evitar que haya adultos que se hagan pasar por niños, y viceversa, es fundamental.
Todavía estamos a tiempo. Si todos los implicados se ponen de acuerdo, se pueden conseguir. Sin esperar a que sean los gobiernos o las instancias jurídicas las que den el primer paso.
Es bueno que las administraciones sean sensibles y entren en esta cuestión. Pero la ética siempre aporta ese plus de confianza y tranquilidad.
Jesús Díaz-Campo, Adjunto al Vicerrector de Investigación y Profesor de Comunicación, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.