Obviamente, esto hace que se disparen todas las alarmas: ¿desaparecerá mi empleo?, ¿me veré sustituido por una máquina?, ¿estoy obsoleto y condenado a la inactividad laboral?
Es indudable que algunos empleos automatizables desaparecerán. Otros muchos se transformarán, pero también surgirán muchos nuevos. Es lo esperable en una revolución tecnológica, aunque posiblemente esta sea la más profunda desde la invención de la máquina de vapor.
IA, ¿casi humana?
La inteligencia artificial está irrumpiendo progresivamente en todos los sectores. Incluso en actividades que siempre hemos considerado inherentemente humanas: la capacidad de conversar, de razonar, de solucionar problemas de forma creativa. Incluso la capacidad de crear nuevos conceptos o expresiones artísticas.
Si pensamos en creatividad o composición artística, la inteligencia artificial no deja de dar pasos de gigante. En este último año han aparecido nuevos sistemas de generación de imágenes como Dall-E, Stable Diffusion o Midjourney, capaces de generar imágenes creíbles y de muy alta calidad para cualquier concepto imaginable.
En el ámbito de la composición de textos, ChatGPT ha demostrado al público general las capacidades actuales de la IA.
Cada vez más presente
La inteligencia artificial ya está teniendo impactos tangibles en pilares sociales como la educación, la salud o la seguridad ciudadana. Se puede emplear para ayudar a profesores, sanitarios y fuerzas y cuerpos de seguridad a realizar mejor su trabajo.
También vemos cómo está afectando a los principales sectores productivos, desde el campo hasta la ciudad, desde el trabajo manual hasta los servicios digitales. O a trabajos altamente especializados, desde la arquitectura hasta la práctica del derecho. También al desarrollo de software, incluyendo la creación de nuevas inteligencias artificiales.
En un mundo global e interconectado no es posible aislarse o evadir este cambio. La solución es aceptarlo y evolucionar con las nuevas tecnologías.
Adaptación al cambio
Igual que en otras revoluciones tecnológicas, habrá un periodo de transformación profunda del trabajo (que ya ha empezado), en el que habrá empleos que desaparezcan y otros que se transformen y evolucionen.
Algunos, incluso mejorarán su productividad, calidad y fiabilidad, especialmente aquellos que consigan combinar de manera acertada el trabajo de la persona y el de la máquina.
Es importante que los agentes sociales y políticos contribuyan a que este proceso de transformación sea ordenado y no deje a nadie atrás.
Si somos capaces de gestionar adecuadamente este cambio, conseguiremos terminar mejor que empezamos.
Pablo Moreno Ger, Vicerrector de Investigación, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.