En el lado negativo, la generosidad fiscal y una combinación de políticas inflacionistas que distorsionan el mercado podrían traducirse en un aumento de los rendimientos de la deuda pública y de los costes de endeudamiento de las empresas.
Las propuestas de Trump podrían ser un obstáculo importante para un mayor crecimiento del sector de las energías renovables. De hecho, la inversión ESG va a ser más difícil en EE. UU. en los próximos años.
El programa político republicano es una lectura interesante. Una de las promesas es "derrotar a la inflación y hacer que Estados Unidos vuelva a ser asequible". Esto parece centrarse principalmente en la energía y en la tesis de que conseguir que Estados Unidos bombee más petróleo y gas evitará que se repita la crisis energética de 2021-2022. No se menciona la retirada del Acuerdo de París, pero hay una clara inclinación hacia la industria energética tradicional de combustibles fósiles, con la promesa de deshacer el Green New Deal. Queda por ver si se revertirán las subvenciones a la energía verde y a las actividades con bajas emisiones de carbono incluidas en la Ley de Reducción de la Inflación, pero las propuestas de Trump podrían ser un obstáculo importante para un mayor crecimiento del sector de las energías renovables. De hecho, la inversión ESG va a ser más difícil en EE.UU. en los próximos años. La agresividad mostrada por varios Estados de EE.UU. hacia la ESG podría verse pronto amplificada en Washington.
Sin embargo, la opinión populista es que EE.UU. necesita una mayor seguridad energética mediante el aumento de la producción de petróleo y gas. Se pierden los argumentos sobre cuestiones medioambientales, el cambio climático y el precio marginal global de la energía. Resulta interesante que el sector energético del S&P 500 haya obtenido mejores resultados en las dos últimas semanas. Mientras tanto, la mayoría de las demás propuestas tenderían a aumentar la inflación: aranceles a las importaciones, restricciones a la inmigración y preferencia por la bajada de impuestos, y escasos indicios de cualquier intento de reducir el déficit federal.
En términos más generales sobre la inflación, el plan pretende restringir la inmigración –y deportar a los inmigrantes ilegales– y seguir políticas comerciales más proteccionistas con aranceles más altos sobre las importaciones como parte de ello. Estas restricciones afectan a la oferta y son inflacionistas. Se ha sugerido que Trump también está a favor de un dólar más débil para reducir el déficit comercial. Nada de esto es nuevo, fueron políticas que “Trump 1.0” siguió, pero sin embargo deberían ser motivo de preocupación si es elegido en noviembre. Desde 2020, la tasa de inflación implícita de los títulos del Tesoro estadounidense protegidos contra la inflación a 10 años se ha negociado tan baja como el 0,50% y tan alta como el 3,0%. Mi apuesta es que es más probable que se ponga a prueba el límite superior si estos riesgos inflacionistas potenciales se vuelven más importantes bajo la próxima Administración.
Si nos fijamos en el programa, podríamos concluir que una presidencia de Trump sería positiva para los sectores del petróleo y el gas, las criptomonedas (resulta irónico, ya que uno de los argumentos a favor del uso extendido de las criptomonedas y los activos digitales es el miedo a la inflación y la falta de confianza en las instituciones gubernamentales), la IA y los sectores que se beneficiarán del proteccionismo (automovilístico) y la desregulación (farmacéutico). En el lado negativo, la generosidad fiscal y una combinación de políticas inflacionistas que distorsionan el mercado podrían traducirse en un aumento de los rendimientos de la deuda pública y de los costes de endeudamiento de las empresas. A corto plazo, la Fed mantendrá un tope en los tipos de interés e incluso los bajará, pero la inclinación de la curva de rendimiento es una operación que funciona tanto con una Fed más flexible como con la política fiscal de Trump.