Estrategia e innovación, claves en el desarrollo de la industria conservera gallega

(Raquel Fernández-González, Universidade de Vigo y Félix Puime Guillén, Universidade da Coruña) Desde la década de 1960, la población mundial ha incrementado su consumo de productos del mar. A nivel mundial, la industria conservera ha pasado de representar el 4 % del pescado comercializado en 1960 al 10 % en 2023. Las previsiones apuntan a que en 2025 la industria tendrá un valor superior a los 90 000 millones de euros.

Galicia en la industria conservera

Europa, y particularmente España, juegan un papel central en esta industria. En 2021, 3 200 empresas europeas estaban dedicadas a la transformación de pescado, generando un volumen de negocio de 29 400 millones de euros.

Galicia es la principal región productora de conservas en España, en donde se localizan 8 de las 10 principales empresas del sector. Las condiciones biofísicas favorables y el gran desarrollo de la industria pesquera extractiva han permitido a esta comunidad autónoma consolidarse como región líder en conservas de productos del mar.

Sin embargo, en las dos últimas décadas la industria conservera gallega ha tenido que enfrentar varios retos:

  • La escasez de materias primas debido a la sobreexplotación de los recursos.

  • La necesidad de transitar hacia modelos de producción más eficientes y respetuosos con el medio ambiente.

  • La creciente competencia mundial.

Estos factores han provocado que los principales organismos rectores de la industria conservera gallega hayan diseñado nuevas estrategias de negocio.

Planes estratégicos coordinados

El crecimiento del sector conservero gallego se impulsa mediante planes estratégicos plurianuales diseñados por sus dos principales gestores: la Xunta de Galicia y la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas de Pescado y Marisco.

El primer plan estratégico, que se implementó en 2009, resultó fundamental para el desarrollo del sector. Con una inversión total de 309 millones de euros, propició mejoras en la calidad y diversificación de los productos, así como la adopción de innovaciones en los procesos de producción. Además, fomentó la producción de productos gourmet.

En 2017 se aprobó un segundo plan, el Plan Estratégico de la Conserva de Galicia - Horizonte 2020, financiado entre el sector privado y la administración pública, con una duración hasta 2022. Este plan continuó impulsando la innovación de productos, la consolidación empresarial, la internacionalización y el acceso a materias primas clave como el atún, los mejillones y las sardinas.

Finalmente, el plan actual, para 2022-2030, se alinea con el Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y de Acuicultura (2021-2027), priorizando la innovación, la internacionalización, la mejora en la cadena de producción y la conservación del medio ambiente.

Estos planes han permitido a las conserveras gallegas más grandes consolidar su liderazgo, pero el cumplimiento de los objetivos ha sido menor para las medianas y pequeñas empresas.

¿Cuál es el impacto de los planes estratégicos?

Para responder a esta pregunta es necesario dividir a las empresas según su tamaño. Destaca especialmente la evolución de las grandes empresas, que han adoptado estrategias clave para su fortalecimiento como la internacionalización, la producción de marcas blancas, la apuesta por la tecnología y las políticas de fusiones y adquisiciones exitosas.

De hecho, la producción de marcas blancas ha sido un motor clave para el crecimiento de la industria. Empresas como Jealsa, Frinsa o Calvo firmaron acuerdos con grandes cadenas de supermercados –Mercadona, Alcampo, Carrefour y El Corte Inglés– para producir sus marcas blancas. Esta estrategia ha permitido a estas empresas aumentar significativamente su producción y expandir su presencia en el mercado.

No obstante, la producción de marcas blancas, aunque lucrativa, también implica riesgos al tensionar los márgenes de beneficio de las empresas por el encarecimiento en los precios de las materias primas, que no se trasladaron completamente a los precios de venta.

También el proceso de internacionalización redujo los precios de venta debido a la competencia, afectando la rentabilidad a corto plazo.

Por otra parte, la internacionalización de la producción ha sido crucial para las grandes empresas del sector. Empresas como Frinsa y Jealsa han establecido plantas de producción en Marruecos, Brasil, Polonia, Francia, Alemania e Italia. Esta estrategia no solo asegura el suministro de materias primas sino que también fortalece la presencia de estas empresas en los mercados internacionales.

Asignatura pendiente: las pymes conserveras

Las empresas medianas y pequeñas han tenido una dinámica algo distinta. Hasta 2015, las medianas mostraron una tendencia al alza en su rentabilidad pero luego enfrentaron una caída abrupta debido al aumento del precio del atún, del cual dependían totalmente para su producción.

Además, la renovación del acuerdo arancelario del atún en 2016 perjudicó a estas empresas al reducirse significativamente las cantidades permitidas para importación, impactando negativamente en sus márgenes de beneficio.

Las pequeñas empresas, aunque más heterogéneas en su comportamiento, han experimentado un aumento significativo en su facturación tras la crisis de las materias primas de 2013. La incorporación de nuevas empresas al sector, muchas de ellas enfocadas en productos gourmet que las diferencien en el mercado, ha contribuido a esta tendencia positiva.

El sector conservero en Galicia ha demostrado ser resiliente y dinámico, pero con resultados e incluso estrategias dispares para los distintos tamaños de empresa. Los planes estratégicos han contribuido a un crecimiento sostenible, promoviendo la competitividad de las conservas gallegas en mercados nacionales e internacionales. El reto pendiente es mejorar la competitividad de las pymes conserveras gallegas.

Raquel Fernández-González, Profesora de Economía, Universidade de Vigo y Félix Puime Guillén, Profesor Área de Contabilidad y Finanzas, Universidade da Coruña

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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