En el extremo opuesto están las poblaciones más pequeñas: solo un 23% de los particulares dispuestos a este cambio de vida se decantaría por las que oscilan entre 101 y 1.000 habitantes y un reducido 8% elegiría las de menos de 100 habitantes.
Esta distribución de las preferencias es sensiblemente diferente si separamos a los que se sienten atraídos por esta idea y a los que tienen planes reales de irse a vivir a una zona rural. Los primeros son los que menos factible ven irse a un pueblo de menos de 1.000 habitantes: solamente el 28% elegiría esta opción. Sin embargo, entre los que van a hacer el traslado efectivo próximamente, las poblaciones de menor tamaño generan menos reticencias: el 39% asegura que prefiere las localidades que estén por debajo de los 1.000 habitantes.
“No es de extrañar que los ciudadanos busquen zonas de más contacto con la naturaleza, relacionadas con la búsqueda de tranquilidad y bienestar. La mejora de calidad de vida es un reclamo de la mayoría de la sociedad y estos aspectos son más fáciles de encontrar en la periferia que en el centro de una gran urbe. La contaminación acústica y medioambiental existente en las ciudades propicia un éxodo rural donde instalar su residencia habitual. El impacto de la pandemia ha producido algunos cambios a nivel social que suponen un empuje para que las zonas rurales tengan nuevas oportunidades para luchar contra la despoblación”, comenta María Matos, directora de Estudios y portavoz de Fotocasa.
Los andaluces son los que más apuestan por trasladarse a zonas rurales
Otro de los factores que condicionan la decisión de irse a vivir a un pueblo es la comunidad autónoma en la que se reside. Y, teniendo en cuenta la cuestión geográfica, los andaluces son los que más planes reales tienen de irse a vivir a una zona rural. Son, concretamente, un 17 % que se reparte entre los que van a teletrabajar (7%) y los que cambian de trabajo y de lugar de residencia (10 %).
Este 17% es, además, significativamente mayor que el dato del pasado mes de agosto, cuando únicamente un 10% de los andaluces habían planificado trasladarse a un entorno rural próximamente.
Si en lugar de hablar de planes reales, hablamos de aspiraciones, los catalanes son los que más atraídos se sienten por la idea de irse a vivir a una zona rural, aunque no tengan previsto hacerlo próximamente. Son un 56%. Seguidamente, los que más anhelan la idea de abandonar la ciudad son los madrileños (47%) y los valencianos (46%).
¿Qué debería tener el pueblo para mudarse?
Los españoles tienen claro qué necesidades tienen a la hora de dejar su residencia actual y mudarse a un pueblo. En el caso de Cataluña, ha perdido peso de manera significativa la conexión a internet o fibra óptica como requisito indispensable para mudarse, que ahora señalan un 71% de los catalanes que van a trasladarse a una zona rural o les gustaría hacerlo, una cifra 11 puntos porcentuales más baja que la de agosto del año pasado. Este mismo motivo también ha perdido peso en Madrid (66%) y en Andalucía (63%). En ambos casos el descenso es de 14 puntos porcentuales.
Asimismo, los madrileños (72%), andaluces (73%) o valencianos (70%) que contemplan la opción de trasladarse valoran menos que esté a una distancia razonable de servicios esenciales. En todos los casos, nuevamente, se produce una caída de 14 puntos con respecto a agosto de 2022.