Aunque a simple vista parezcan conceptos que definen un mismo riesgo laboral, ya que son consecuencia básicamente de no desconectar digitalmente, lo cierto es que son dos problemas distintos.
El término tecnoestrés fue acuñado por el psiquiatra estadounidense Craig Brod en 1984 en su libro Technostress: The Human Cost of the Computer Revolution. Lo definió como “una enfermedad de adaptación causada por la falta de habilidad para tratar con las nuevas tecnologías del ordenador de manera saludable”. Es un fenómeno psicosocial negativo relacionado con el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) que provoca tensión, ansiedad o incomodidad.
Este tipo de estrés puede ser causado por diversos factores, como la sobrecarga de información, la complejidad tecnológica, la incertidumbre, la invasión tecnológica y los problemas informáticos, entre otros.
Los factores desencadenantes del tecnoestrés en el ámbito laboral pueden incluir:
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Inseguridad: sentimiento de inseguridad relacionado con el uso de la tecnología.
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Sobrecarga: exceso de información o tareas tecnológicas que superan la capacidad de manejo del individuo.
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Complejidad: dificultad para comprender o utilizar determinadas tecnologías.
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Incertidumbre: falta de claridad sobre el funcionamiento o los resultados de las tecnologías utilizadas.
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Invasión tecnológica: sensación de invasión o intrusión por parte de la tecnología en la vida laboral.
Cómo prevenir o mitigar el tecnoestrés
Estos factores pueden contribuir al desarrollo del tecnoestrés y afectar la salud y el bienestar de los trabajadores en el entorno laboral. En este sentido, las empresas pueden mitigar su impacto en los trabajadores, con medidas de prevención, que entre otras más, pueden incluir:
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Formación y participación de los trabajadores: proporcionar capacitación y recursos para que los empleados puedan manejar eficazmente las tecnologías y reducir la incertidumbre.
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Apoyo técnico en materia tecnológica: brindar asistencia técnica y soporte para resolver problemas informáticos y tecnológicos.
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Acercamiento de las tecnologías de la información a los trabajadores: promover un uso equilibrado y saludable de las tecnologías, fomentando pausas y desconexiones para prevenir la sobrecarga y la invasión tecnológica.
Estas medidas preventivas pueden contribuir a mejorar la satisfacción laboral, la productividad y el bienestar de los trabajadores, reduciendo los efectos negativos del tecnoestrés en el entorno laboral.
Fatiga informática: un riesgo laboral emergente en la actual era digital
Por su lado, la fatiga informática es un riesgo laboral expresamente reconocido en el ordenamiento jurídico español por no desconectar digitalmente.
Como explico en La fatiga informática en el trabajo, se refiere a la sobrecarga de información y la sobreexposición a dispositivos digitales que resulta en agotamiento mental y físico debido a la falta de desconexión y descanso adecuados. No solo provoca estrés al trabajador por estar agotado y cansado del uso excesivo de la tecnología, también aburrimiento y hastío según nuevos estudios (enfocados a una variante de esta fatiga, como es la conocida fatiga por Zoom).
Sea como fuere, para mitigar el impacto de la fatiga informática en los trabajadores y promover una desconexión digital saludable, los trabajadores, como les reconoce la normativa, tienen un derecho que ha de servir como barrera para evitar esta sobrecarga. Dicho derecho a la desconexión digital se traduce en las siguientes medidas activas por parte del trabajador:
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Facultad de apagar, desactivar cualquier dispositivo electrónico de comunicación con la empresa, con abstención de la titularidad de este.
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Potestad para rechazar la asignación de un dispositivo empresarial fuera de la jornada de trabajo.
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Potestad para rechazar e interrumpir las comunicaciones del empleador fuera del tiempo o jornada de trabajo.
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Facultad para rechazar y no ejecutar las ordenes empresariales que signifiquen trabajo digital en tiempo de desconexión.
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Potestad para no responder las exigencias y comunicaciones del empresario en el tiempo de desconexión, aun cuando hubieran sido efectuadas dentro de la jornada o tiempo de trabajo.
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Facultad para no ser objeto de represalias empresariales por el ejercicio de las actuaciones señaladas.
Al permitir que estas medidas preventivas sean adoptadas por los trabajadores al ser un derecho reconocido expresamente, las empresas pueden contribuir a reducir la fatiga informática, mejorar su bienestar y promover un ambiente laboral más saludable y equilibrado.
Detectar y prevenir la fatiga informática
Los empresarios, como garantes de la seguridad de sus trabajadores, han de ser capaces de detectar los factores desencadenantes de la fatiga informática en el ámbito laboral. Factores como:
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Sobrecarga de información: exceso de información recibida a través de dispositivos digitales, correos electrónicos, mensajes, etc., que puede abrumar a los trabajadores.
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Falta de desconexión: permanecer constantemente conectado a dispositivos digitales sin tomar descansos adecuados puede provocar agotamiento mental y físico.
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Falta de pausas: no realizar pausas activas durante la jornada laboral para descansar la vista, estirar el cuerpo y relajar la mente.
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Uso excesivo de dispositivos: pasar largas horas frente a pantallas de dispositivos digitales sin descansos suficientes puede contribuir a la fatiga informática.
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Falta de límites claros: la falta de establecimiento de límites entre el trabajo y la vida personal puede llevar a una mayor exposición a la tecnología y a la fatiga informática.
Estos factores pueden contribuir al desarrollo de la fatiga informática en el entorno laboral, afectando la salud y el bienestar de los trabajadores.
Síntomas y causas del tecnoestrés
La fatiga digital y el tecnoestrés son males muy parecidos, aunque se puede afirmar que la fatiga puede ser más un síntoma del tecnoestrés, que se centra específicamente en el impacto de no desconectar digitalmente en la salud y el rendimiento de los trabajadores.
En virtud de lo antedicho, teniendo en cuenta que el tecnoestrés abarca un espectro más amplio de factores estresantes relacionados con las TIC, mientras que la fatiga informática se centra en los efectos negativos de la sobreexposición y la falta de desconexión, es necesario tratar estos dos aspectos de forma conjunta en la evaluación de riesgos en aras de que los trabajadores no sufran daños en su salud mental.
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Francisco Trujillo Pons, Profesor e Investigador de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, Universitat Jaume I
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.