A esto hay que sumar que de los más de 25 millones de viviendas que hay en España más del 80% son ineficientes, lo que supone que 20 millones de hogares tienen una calificación energética E, F o G que no permite un aislamiento efectivo ante episodios extremos como esta primera ola de calor. Sin embargo, cerca de un 82,8% de los españoles cree que su vivienda es eficiente. Así lo pone de manifiesto el I Observatorio sobre Vivienda y Sostenibilidad realizado por UCI, Unión de Créditos Inmobiliarios, entidad especialista en financiación sostenible, que recoge la opinión de los propietarios y futuros compradores de vivienda sobre la eficiencia de sus hogares.
En este sentido, la Directiva de Eficiencia Energética de los Edificios (EPDB) propone el año 2030 como la fecha límite para que los propietarios y compradores de viviendas con calificaciones energéticas G o F (es decir, las más bajas) puedan reformarlas y rehabilitarlas para conseguir, al menos, una calificación E. Unos criterios que aumentarán hasta la letra D en 2033 y obligarán a rehabilitar gran parte de las viviendas en todos los países miembros de la UE, incluida España.
Según los analistas de UCI, las viviendas y edificios rehabilitados son los que ofrecen una temperatura más estable y confortable ante las temperaturas más extremas, además de influir notablemente en el ahorro energético, de hasta un 60% de la demanda de calefacción y refrigeración. No es de extrañar, por tanto, que 2 de cada 3 propietarios en todo el territorio nacional consideren la rehabilitación de su vivienda como un objetivo a conseguir en un plazo máximo de cinco años.
Entre las principales reformas que se plantean los españoles se encuentran: la instalación de paneles solares para generar autoconsumo eléctrico (56,8%), seguidos de ventanas aislantes (55,1%) y el aislamiento térmico de la vivienda (53,2%). Unas mejoras para las que la mayoría de los españoles, concretamente el 70,7%, invertiría hasta 10.000 euros, según el estudio realizado por UCI.
Pero ¿qué hacer ante una entrada de fuerte calor de forma imprevista como la que está sucediendo y la vivienda en la que habitamos no es nueva ni está rehabilitada? Los expertos de UCI han creado una guía con las claves para adaptar los hogares a este contexto con cambios que eviten el calor excesivo durante esta atípica primavera y de cara al próximo verano, que se prevé bata todos los récords de temperatura.
Cómo acondicionar la vivienda ante los cambios bruscos de temperatura
1.- Cuanto más aislamiento, mejor: Un buen aislamiento permite ahorrar hasta un 30% del gasto doméstico, además de garantizar el confort y minimizar las pérdidas de calor en invierno y frío en verano. Sin embargo, la mayoría de las viviendas anteriores a 1980 presentan deficiencias en términos de aislamiento en suelos y paredes.
Para cubrir esta carencia en el aislamiento es imprescindible actuar en la envolvente del edificio y en sus ventanas. De hecho, un reciente informe de ANERR apunta que la rehabilitación en la envolvente permite reducciones cercanas al 65% en la demanda de energía y del 80% en zonas del norte del país. Aunque un gesto rápido para estos días es ventilar durante cinco minutos en la mañana y bajar las persianas en la hora de máximo calor, lo que ayuda a reducir la entrada del sol más sofocante y evita abusar del aire acondicionado en los puntos del país donde más subirán los termómetros.
“Cuando los ciudadanos piensan en aislar una vivienda, inmediatamente piensan en la idea de protegerla de bajas temperaturas, aunque los materiales y técnicas de aislamiento actuales permiten mantener la vivienda a una temperatura constante durante periodos de calor como el que llega”, asegura Javier Torremocha, director de Rehabilitación en UCI
2. No olvidarse de las puertas: igual que sucede con las persianas, tener las puertas cerradas o poner burletes bajo ellas, permite mantener la temperatura en una vivienda. Es conveniente evitar las corrientes de calor que puedan entrar por sitios insospechados, como sumideros o cierres defectuosos de ventanas. Por la noche, es mejor mantener las puertas abiertas, siempre con topes que eviten los portazos, para que fluya el frescor de la madrugada.
3. Potencia contratada en electricidad: cuando el uso del aire acondicionado o los aparatos de ventilación se hace imprescindible, como en las zonas del sur de la península, es recomendable revisar la potencia de electricidad contratada. En muchos casos, esta potencia suele ser bastante superior a la necesidad real, por lo que conviene informarse para no pagar un coste más elevado del que realmente se consume. ¿Una clave para calcularla? Sumar el gasto de todos los aparatos eléctricos y, según el resultado, contratar la potencia necesaria.
4. Aire acondicionado con moderación: aunque el gasto dependerá de cada aparato, teniendo en cuenta unos pequeños trucos podemos conseguir reducir el consumo de los acondicionadores de aire y, por tanto, su huella de carbono.
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Fijo o portátil: los modelos portátiles tienen menor coste y no precisan instalación, pero consumen más y rinden menos. Un aire acondicionado portátil puede gastar tanta energía en una hora como un congelador en todo un día.
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Eficiencia energética: muestra el rendimiento energético del aparato. Para la misma capacidad y modo (calefacción o refrigeración), cuanto mejor sea la clase o etiqueta energética (A, B o C) del equipo de aire acondicionado, menor será el consumo de energía.
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Presencia de tecnología inverter: los modelos inverter ajustan su salida según sea necesario, por lo que, en una casa bien aislada, pueden mantener una temperatura interior confortable mientras funcionan a muy baja potencia.
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Refrigeración: generalmente se mide por su índice de eficiencia energética (EER). Se trata de la relación entre la capacidad de refrigeración y la potencia de entrada, en vatios. Dicho de otro modo, es la relación entre la energía que produce y la que consume. Cuanto mayor sea el EER, más eficiente será el aire acondicionado.
5. Energía eficiente: las fuentes de energía renovables son las más indicadas para el uso de los aparatos de refrigeración. Los paneles fotovoltaicos térmicos, que absorben el calor del exterior del inmueble, están especialmente indicados para casas que reciben impacto directo del sol y zonas con temperaturas altas con muy buenos resultados. Además, existen diversas fórmulas de financiación y ayudas para la instalación de estos paneles, tanto en viviendas unifamiliares como en comunidades de vecinos.
También son cada vez más comunes los suelos radiantes, especialmente en las viviendas de nueva construcción, que hacen circular agua fría por sus circuitos para enfriar la superficie. De esta forma, el suelo se refrigera a una temperatura inferior a la temperatura ambiente del espacio a climatizar y emana frío.
“La apuesta por sistemas de calefacción y refrigeración basados en energías limpias y renovables y la sustitución de calderas tradicionales por una de condensación o bomba de calor fomenta la eficiencia energética y supone una reducción de hasta un 26% de gases contaminantes. Además, no hay que olvidar que los sistemas de Aerotermia o Geotermia permiten refrescar la vivienda de la forma más eficiente y sostenible en la actualidad”, apunta Javier Torremocha.
6. No abusar de los grados: a menor número de grados, más gasto de electricidad. La temperatura ideal en verano y en olas de calor como esta está en torno 24-26 grados, por lo que poner el aire a mucha menos temperatura supone un derroche de gasto y energía. De media, se calcula que por cada grado superior se ahorra entre un 7 y un 11% de la energía.
7. Sistemas programables: el mecanismo óptimo es contar con un termostato programable, que permita regular la temperatura y que automáticamente encienda el aire acondicionado un tiempo antes de llegar a casa para que se vaya refrigerando. Esto contribuye a evitar una mayor sensación de calor al entrar en la vivienda y la mala práctica extendida de poner el aparato a máxima potencia y una temperatura mucho más baja para que se enfríe más rápido, lo que conlleva un mayor gasto y no es tan eficiente en el tiempo.
8. Refrigeración por estancias: si se cuenta con un circuito general de aire acondicionado es conveniente cerrar las habitaciones de la casa que no se utilizan. Una buena práctica para no derrochar.
9. Cuidado con los electrodomésticos: Además, de ser una fuente generadora de calor, los electrodomésticos suponen cerca del 55% de la energía eléctrica que se gasta en un hogar. Por eso conviene limitar su uso lo máximo posible en los próximos días. Con las altas temperaturas conviene evitar secadoras, hornos y la preparación de comidas que requieran larga cocción.
10. Aligerar la ropa y también la de la casa: lo ideal es vestir ropa cómoda y transpirable. También guardar alfombras, cortinas y cojines que dan sensación de calor y absorben el frescor de la vivienda.
La incorporación de estos trucos en los hábitos diarios en el hogar no solo se notará en la factura de los meses de máximo calor, también nos permitirá ser ciudadanos comprometidos y responsables con el medio ambiente y, así, evitar el derroche energético. Aunque suponga una inversión económica, llevar a cabo reformas en las viviendas para mejorar su asilamiento siempre es una buena decisión, además de que a medio-largo plazo supondrá un gran ahorro.
“No olvidemos que, actualmente, con los fondos Next Generation EU, se pueden rehabilitar edificios con subvenciones de hasta el 80%, por no hablar de las importantes deducciones en el IRPF hasta diciembre de 2023, en el caso de las obras de rehabilitación de vivienda habitual o mejoras de viviendas que reduzcan la demanda de calefacción y refrigeración y mejoren la eficiencia energética de las viviendas”, apunta Javier Torremocha.
Según Catia Alves, directora de Sostenibilidad y Rehabilitación de UCI, “al igual que sucede con la eficiencia energética de los inmuebles, es necesario hacer un ejercicio de sensibilización para que los ciudadanos sean cada vez más conscientes de los factores de nuestra vivienda que indicen a diario sobre el ahorro energético y, por tanto, en la reducción de la huella de carbono. Contar con un buen acondicionamiento habitacional en épocas tan atípicas como la ola de calor que actualmente nos afecta, redunda en el mejor confort térmico en nuestro hogar”.
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