Más que una receta, es un ritual que atraviesa generaciones. Cada región tiene su propia manera de cocinarlo, con pequeñas diferencias en ingredientes y técnicas que reflejan la diversidad cultural del país. En Taskent, la capital, el plato resulta más jugoso y aromático, mientras que en Samarcanda, la segunda ciudad más grande de Uzbekistán, el plov se presenta con un colorido especial gracias a las verduras y especias. A pesar de estas variaciones, la esencia del plov permanece, es una comida que reúne a familiares, amigos y vecinos, y acompaña bodas, festividades y celebraciones importantes.
La meca del plov está en Taskent, en un lugar llamado Besh Qozon, cuyo nombre significa “Cinco Calderos”. Cada día allí se preparan hasta 10 toneladas del mejor plov de la ciudad, convirtiendo este lugar en una auténtica atracción. En su cocina abierta, varios calderos gigantes hierven sin descanso mientras los oshpazy, chefs especializados únicamente en plov, elaboran diferentes versiones del plato. El ambiente es tan único como su ubicación, a los pies de la torre de televisión de Taskent, que con sus 375 metros domina el skyline y se ilumina cada noche ofreciendo un espectáculo memorable.
Este arroz emblemático combina zanahoria, cebolla y carne, generalmente cordero o ternera, cocinados lentamente con especias como el comino y el cilantro, en grandes cazos de hierro llamados kazán. Cada paso en su preparación es un acto de comunidad que refleja siglos de historia y tradición.
Viajar para saborear
Para los amantes de la gastronomía y los viajes auténticos, Uzbekistan Airways ofrece vuelos directos entre Madrid y Taskent todos los unes hasta el 26 de octubre, con opciones de regreso tanto desde la capital como desde Urgench. Esto permite recorrer el país y disfrutar de su diversidad culinaria en tan solo una semana, combinando comodidad y eficiencia.
Ya sea este verano o tras los meses estivales, los vuelos directos desde España son la puerta de entrada a un país que conquista por su autenticidad, hospitalidad y riqueza cultural, además de ofrecer un entorno seguro para los viajeros. Desde degustar el plov recién hecho en un bazar local hasta aprender su receta en un taller de cocina, Uzbekistán se convierte en un destino perfecto para quienes viajan con el paladar tanto como con el corazón.
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