A pesar de todas las acciones que se están efectuando a nivel institucional e individual, la educación financiera de la sociedad continúa siendo un talón de Aquiles en muchos países. Por ejemplo, en España, si se toman como referencia los datos del estudio PISA 2018 (los últimos publicados), se observa que España, con 492 puntos, se sitúa por debajo de la media de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) (505 puntos) y de otros países vecinos como Portugal, que alcanzó los 505 puntos.
Educación financiera en la práctica
Diferentes instituciones han puesto el foco en este tema. A nivel internacional, organismos internacionales como la OCDE, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Internacional del Mercado de Valores están realizando esfuerzos para fomentar la educación financiera entre los ciudadanos.
En España, destacan las acciones efectuadas por el Banco de España (BdE) y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) junto con el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital (MAETD) que desarrollan, desde 2008, el plan de educación financiera Finanzas para Todos.
Todas estas iniciativas también fructifican en la celebración, cada primer lunes de octubre, del “Día de la Educación Financiera”. Durante esa jornada se realizan numerosas actividades e iniciativas de formación y divulgación relacionadas con la educación financiera.
Iniciativas a nivel local
Pese a que a nivel institucional se están movilizando múltiples recursos para fomentar la educación financiera entre la ciudadanía, las iniciativas no pueden limitarse a las impulsadas por organismos de carácter nacional o supranacional. Por eso, somos cada vez más los docentes universitarios conscientes de la necesidad de transferir conocimiento financiero desde nuestras aulas a la sociedad.
En este sentido, los autores de este artículo llevamos desde el año 2018 impartiendo talleres de educación financiera en diferentes institutos de educación secundaria de la comarca de A Coruña y Ferrol.
Mediante la metodología de Aprendizaje Servicio (ApS) también hacemos partícipes en este proceso a estudiantes de diversos grados relacionados con la Economía. Estos analizan cuál es el nivel de conocimiento económico-financiero que tienen los jóvenes de los centros de educación secundaria que van a recibir la formación y, a partir de esa información, se diseñan e imparten los talleres. Finalmente, se evalúa su impacto entre los participantes.
En esos talleres se enseñan contenidos y conceptos económicos básicos que están relacionados con las decisiones financieras que los jóvenes pueden tomar en su vida cotidiana y a las que tendrán que hacer frente en el futuro próximo.
En los cursos académicos 2018/2019 y 2019/2020 esos talleres se impartieron de manera presencial, agrupando a los estudiantes de enseñanza secundaria en pequeños grupos. Con el estallido de la pandemia de covid-19, nos planteamos introducir cambios y en el curso académico 2022/2023 la formación se complementó con la elaboración de vídeos formativos elaborados por estudiantes.
Todos los talleres se imparten en varias sesiones distanciadas en el tiempo para que los alumnos puedan madurar el conocimiento adquirido y, al final de los talleres, se pasa una encuesta para evaluar si han aprendido y cuál es su nivel de satisfacción con la formación recibida.
Retos de futuro
Desde muy pequeñas, las personas tienen relación con conceptos económico-financieros. Pensemos, por ejemplo, en la paga que padres y abuelos dan a los niños y que, financieramente, no deja de ser una renta. A medida que aumenta la edad el contacto con la economía y con las operaciones financieras se va haciendo habitual e inevitable. Luego, deberemos aprender a hacer compras online en entornos con garantías y a diferenciar transacciones seguras de aquellas que lo son menos.
Con una formación suficiente en finanzas, las personas pueden ser capaces de identificar los posibles riesgos de una determinada operación financiera o actuar de una manera más responsable y consciente cuando, por ejemplo, pretenden contratar un producto financiero.
Por eso es necesario seguir apostando por fomentar la educación financiera desde edades tempranas y, si es posible, en el marco de la formación curricular que reciben los niños y jóvenes. El objetivo ha de ser preparar a los jóvenes para que hagan una buena gestión de sus recursos y que tomen conciencia de su valor en relación con, por ejemplo, sus becas de estudio, su ocio o su futura independencia.
Este es un gran reto que debemos abordar porque los conocimientos financieros son fundamentales para el bienestar individual y colectivo de la población y son, además, una herramienta para la consecución de un desarrollo sostenible.
Joaquín Enríquez Díaz, Profesor del departamento de Empresa, Universidade da Coruña y Begoña Alvarez García, Profesora del Departamento de Empresa de la Universidade da Coruña, Universidade da Coruña
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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