Sin embargo, un 16% de estos infieles, en su mayoría masculinos, afirma que no perdonaría nunca que a ellos les fueran infieles. Aunque la mitad de ellos y ellas podría llegar a entenderlo, pero no le sentaría bien.
“Perdonar una infidelidad es mucho más habitual de lo que pensamos” – afirma la sexóloga Mariona Gabarra, asesora de Gleeden. “Cuesta mucho dejar una relación y, en el fondo, podemos llegar a entender que la monogamia es complicada, que cualquiera puede ser débil y, en un momento dado, cometer una infidelidad”.
Pero el perdón tiene un problema subyacente: “sin querer” – continúa Gabarra – “la persona que perdona está rompiendo un límite, lo que automáticamente la posiciona por debajo de su pareja y hace probable que esa actitud se vuelva a repetir”.
Por eso, la única manera de seguir la pareja y que tenga sentido, después del perdón de una infidelidad – evidentemente, si se trata de una pareja monógama, que tiene estipulado que sus miembros no van a estar con otras personas – es “estableciendo nuevos límites o ampliando los existentes, ya sea abriendo la relación a otras personas o advirtiendo que ese límite es inquebrantable y que, la próxima vez que se vuelva a rebasar, se acaba la relación” porque, de hecho “uno de los errores más grandes que hay en las parejas es no poner límites”, concluye Gabarra.
La infidelidad suele empezar a partir de los 10 años de relación
En este marco, los datos de Gleeden muestran que la mayoría de infidelidades se inician a partir de los 10 años de relación: el 43% de l@s entrevistad@s así lo ha afirmado, mientras que el 18% empezó cuando ya llevaba 5 años con su pareja. Destaca que, aproximadamente, un 25% de infieles lo ha sido siempre y en todas sus relaciones.
En vista de estos datos, no es difícil entender que el 55% de infieles opina que la monogamia es, simplemente, una imposición social; mientras que el 45% restante afirma que, si se dan las circunstancias, las personas sí que pueden ser monógamas. Lo que nos lleva a otra cifra interesante: un 40% de infieles afirma que, si su relación de pareja funcionara, nunca hubiera sido infiel. De hecho, el 63% de infieles afirma que el motivo principal de sus infidelidades es el aburrimiento en su relación de pareja. Claro que siempre está ese 20% que afirma que no concibe la vida sin relaciones extraconyugales.
En cualquier caso, el 47% de infieles afirma que sus relaciones extraconyugales les aporta alegría a sus vidas y, al 44%, un sentimiento de libertad. De hecho, se da la paradoja de que el 27% de infieles afirma rotundamente que las infidelidades le ayudan a mantener su matrimonio.
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