La idea, como suele suceder, parte de una necesidad y un dolor. En Ingenia querían escalar rápidamente y que los tres socios no tuvieran que estar en todas las tomas de decisiones.
“Veníamos pensando y buscando alternativas y la pandemia fue un potenciador -explica Santiago Blanco, fundador de Ingenia-; empezamos a ahondar en el tema y vimos que había dos grandes vertientes: una mirada sociocrática -que es más común en Brasil- y una holocrática que ha prendido más en Europa del norte”.
Aunque muchas de las prácticas que propone el modelo holocrático ya se aplica en las organizaciones “modernas” (empowerment y otras formas de dividir las responsabilidades), transformar una empresa en holocrática es un salto de fe: es abrazar la agilidad y desprenderse del “poder”.
“Sí, hay dolor en el proceso pero el balance es claramente positivo. La clave es definir con claridad roles y responsabilidades, pero llevando esto al máximo y olvidándose de la estructura piramidal”, explica Blanco.
Ingenia es una empresa de consultoría con base en Argentina y rápido crecimiento que encontró en este modelo de organización la forma de escalar y descentralizar las decisiones.
Aunque Netflix “coquetea” con el modelo, no es estrictamente una empresa holocrática donde existe un corpus de ideas y prácticas que tiene su punto de encuentro en esta mirada: “No eres parte de una máquina. Los desafíos de tu trabajo cambian con frecuencia y requieren una resolución de problemas creativa y exclusivamente humana. La holocracia es una práctica de gestión de la era moderna”, define en portal Holocracy.
Paralelamente, esta nueva forma de gestionar necesita de un nuevo paradigma de software, superador de la idea dominante de organizaciones piramidales. Eso es GlassFrog, el programa que este ecosistema desarrolló y en el que confían muchos de los practicantes de la holocracia, también escrita como holacracia (por su castellanización desde el inglés holacracy). Por cierto, la RAE no recoge ninguna de las dos acepciones de la palabra que se conforman del griego “holos” todo y “cracia” poder, autoridad.
Como explica Blanco, en Ingenia (fundada en 2015 y con oficinas en Argentina) no hay jefes, se comparten las ganancias, hay vacaciones ilimitadas y hay una total apertura de la información corporativa.
Definidos claramente los roles (que es algo habitual en una organización) lo siguiente si es difícil, explica Blanco: “hay que aceptar no ser más el dueño de la autoridad y convivir con que las cosas sucedan no como esperas”.
“No es un cambio de un día para el otro, hay cambios personales muy profundos”, resume.
¿Y resultó? “Empezamos con 12 personas y somos 45 y hoy nuestro NPS (indicador resumen) interno nos da muy bien”, dice e inmediatamente apunta: “Ojo, este modelo no es para todas las personas, no todos se van a sumar y hay gente que se va a quedar en el camino porque hay personas que están acostumbradas a la seguridad que da un jefe”.