El objetivo del estudio ha sido analizar si existe relación entre el uso problemático de la tecnología y los trastornos del estado de ánimo en población adolescente. Para ello se ha contado con una muestra de 1.475 adolescentes de entre 10 y 17 años, una segunda muestra de 1.630 madres/padres y una tercera de 105 docentes a los que se les ha suministrado un cuestionario que incluye preguntas sobre hábitos de vida (alimentación y sueño), y calidad de las relaciones familiares y entre iguales.
Como principal indicador, cuanto mayor es la percepción por parte de los adolescentes de uso incorrecto de la tecnología, mayor es el índice auto percibido de los trastornos emocionales: depresión, ansiedad y estrés.
De acuerdo con los datos del informe, más de la mitad de los adolescentes han usado Internet para sentirse mejor cuando han estado solos, tristes o enfadados.
Además, el 89,5% de los docentes y el 55,6% de los padres y madres consideran que los adolescentes tienen dificultades para controlar el tiempo de uso de internet. Este dato se reduce si preguntamos a los propios adolescentes. En este caso, es el 45,1% de ellos quienes afirman tener problemas para desconectarse de la tecnología.
En cuanto a cómo interfieren las tecnologías en los hábitos cotidianos de los adolescentes, el 35% de ellos asegura comer o cenar viendo la televisión, tableta o móvil. Además, 1 de cada 2 afirma tener el móvil en su habitación por las noches. En este sentido, tanto los padres/madres como los adolescentes afirman que aquellos adolescentes que hacen un mal uso de la tecnología duermen menos horas de lo recomendado entresemana.
Si preguntamos sobre tecnología e interferencia en sus relaciones sociales, 7 de cada 10 adolescentes aseguran estar con el móvil la mayor parte del tiempo que está con amigos.
Fernando Campos, consejero delegado de DKV Seguros ha afirmado que “en DKV, como activistas de la salud, entendemos que el bienestar mental de los jóvenes es uno de los retos más urgentes de nuestra sociedad. Con este nuevo estudio no solo hemos conseguido una visión más profunda sobre el estado de la salud mental de la juventud, sino que también refuerza nuestro compromiso de seguir impulsando iniciativas que fomenten su bienestar y así poder construir un futuro más saludable para las próximas generaciones".
Carmen Llopis, directora de Educar es todo, ha puesto de manifiesto “el firme compromiso de Educar es todo con la identificación de los factores que afectan negativamente a la salud mental de nuestros adolescentes con el fin de poder erradicarlos. Así como su deseo de seguir sensibilizando sobre este tema, ya que los datos al respecto son cada vez más preocupantes”.
El acto ha sido presentado por la Dra. Lucía Galán (Lucía, mi pediatra) y ha contado con la intervención de la Dra. Silvia Álava y el Dr. Rafa Guerrero, ambos psicólogos educativos, quienes han hablado sobre las señales que nos pueden alertar de que nuestro hijo o nuestra hija tiene un problema de adicción a las pantallas y nos han dado recomendaciones para un uso saludable de las mismas. Guerrero, además, ha asegurado que “este estudio confirma lo que vemos los psicólogos en la práctica clínica: los adolescentes que tienen una adicción tecnológica se muestran más inatentos, hiperactivos e infelices, además de menos empáticos”.
La percepción sobre mal uso de la tecnología y salud mental
El objetivo del estudio ha sido analizar si existente relación entre el uso problemático de la tecnología y los trastornos del estado de ánimo en población adolescente.
En los cuestionarios realizados por los propios adolescentes encontramos que, cuanto mayor es la autopercepción sobre el uso incorrecto que hacen de la tecnología, mayor es el índice auto percibido de los trastornos emocionales: depresión, ansiedad y estrés.
Si nos fijamos en los cuestionarios realizados por madres y padres encontramos que, cuanto mayor es la percepción de los padres sobre uso incorrecto que hacen sus hijos de la tecnología, mayor es el índice de percepción de problemas de conducta (siendo la significación más alta), más síntomas emocionales (preocupación, somatizaciones, infelicidad, nerviosismo), más problemas con los compañeros (soledad, pocos amigos), más hiperactividad (inquietud, hiperactividad, distracción con facilidad, incapacidad para terminar las tareas…) y menor es el índice prosocial, (desarrollan menos habilidades sociales como compartir, amabilidad, ayudar…).
En los cuestionarios realizados por docentes encontramos que, cuanto mayor es la percepción de los docentes sobre uso incorrecto que hacen sus alumnos de la tecnología, mayor es la percepción de síntomas emocionales (preocupación, somatizaciones, infelicidad, nerviosismo), hiperactividad (inquietud, hiperactividad, distracción con facilidad, incapacidad para terminar las tareas…) y mayor es el índice de percepción de problemas de conducta.
Señales que nos pueden alertar de que nuestro hijo o hija tiene un problema de adicción a las pantallas
“Ahora que ya sabemos el efecto nocivo que puede tener el abuso de las pantallas en la salud mental de los menores, muchos padres se plantean cómo pueden detectar si sus hijos tienen un problema de adicción a la tecnología”, decía la Dra. Silvia Álava durante su intervención en el acto, a lo que añadía: “La variable más importante no es el tiempo, sino el conflicto que genera su uso y no uso, el nivel de interferencia que crea en su vida, por ejemplo, si está de mal humor si no puede usar tecnología, si interfiere en otros aspectos de su vida, como el sueño, los estudios, sus relaciones sociales y familiares, si no es capaz de controlar el tiempo que pasa conectado o si se frustra mucho cuando no se pueden conectar...”.
Recomendaciones para un uso saludable de las pantallas
Las madres y padres necesitan, no solo saber identificar si sus hijos tienen un problema de adicción a las pantallas, también necesitan pautas para poder prevenir esta situación. Para ello, tanto la Dra. Silvia Álava como el Dr. Rafa Guerrero han ofrecido 10 recomendaciones para un uso saludable de las pantallas, entre ellas, caben destacar que antes de los 3 años, 0 pantallas. Eso implica no uso de teléfonos, tabletas o televisión. “Tanto el cerebro del niño como el ojo son especialmente sensibles y necesitan madurar fuera de las pantallas”, nos decía Álava.
Otra de las recomendaciones destaca la importancia del acompañamiento: “De 3 a 5 años, cómo mucho podrían utilizar 30 minutos al día para ver algún dibujo, siempre acorde a su edad, pero siempre acompañados de sus padres. La pantalla no es un canguro ni un aparca niños. Durante la infancia siempre debemos de estar presentes mientras utilizan los dispositivos”, aseguraba Álava.
¿Y qué ocurre cuando se les hace entrega de su primer dispositivo? “Antes de darles su propio dispositivo (no es recomendable hacerlo ates de los 14 años), estableceremos un contrato de uso de este y dejaremos claro que el móvil no es suyo, es nuestros y, mientras sean menores, tendremos acceso al mismo”, ha declarado el Dr. Rafa Guerrero, que además ha querido enfatizar en una idea: “a partir de los 16 años, el tiempo de uso de dispositivos no puede superar al de actividades offline como leer, quedar con amigos, estar con la familia, practicar deporte…”.
Todos los portavoces que han participado en el acto han coincidido en una misma opinión: nosotros, los adultos, somos su modelo. Nuestros hijos nos copian. Seamos conscientes del uso que hacemos de los dispositivos electrónicos. No les exijamos lo que nosotros no hacemos.