Desde Youniversal, consultora líder en investigación y tendencias, explican que diversos estudios muestran que la nostalgia actúa como un mecanismo de defensa y consuelo, ayudando a enfrentar los cambios y desafíos actuales.
“Esta conexión con el pasado permite vivir por un momento en un contexto que percibimos como más seguro y sencillo, lo que aporta una sensación de estabilidad frente a la incertidumbre del presente”, reflexiona Ximena Díaz Alarcón, Co-Fundadora & CEO de Youniversal.
La idea de “retrotopía”, acuñada por el sociólogo Zygmunt Bauman, plantea que el pasado funciona como una utopía moderna, en la que la cultura de décadas anteriores se vuelve un refugio. “A través de estéticas como el ‘Cottagecore’ o el estilo ‘Coquette’ que se ven en las redes, los jóvenes buscan reconectarse con tiempos que idealizan como más simples, saludables o satisfactorios”, menciona Díaz Alarcón.
Diversos estudios globales demuestran esta tendencia y afirman que el 73% de la Generación Z y millennials disfruta de contenido nostálgico, mientras que el 80% de la música de los años 80 y 90 ha visto un notable incremento de reproducciones en Spotify. En plataformas como TikTok, hashtags relacionados con la nostalgia, como #nostalgia, acumulan más de 20 mil millones de vistas. Además, los remakes o reestrenos de series y películas populares como Stranger Things, Cobra Kai y Friends permiten que los jóvenes vivan o revivan momentos que, en muchos casos, ni siquiera experimentaron en su propia época.
Sin embargo, esta tendencia también tiene sus matices. Díaz Alarcón advierte sobre cómo algunos aspectos de estos contenidos del pasado son criticados bajo una óptica moderna. Por ejemplo, programas como Friends han recibido cuestionamientos por falta de diversidad o por su tratamiento de temas como el cuerpo. En contraste, series como Bridgerton muestran cómo se puede recrear un pasado con una perspectiva contemporánea, al incluir temas actuales como la igualdad de género y la diversidad.
En resumen, la nostalgia no solo es un escape al pasado; también se convierte en una herramienta de reflexión para imaginar el futuro. “La Generación Z utiliza el consumo retro no solo para desconectarse del presente, sino también para reformularlo y preguntarse cómo quiere construir su propia identidad en el mundo actual”, concluye Díaz Alarcón.